Carlos era un joven
emprendedor que había creado su propia empresa de diseño gráfico. Tenía
talento, creatividad y pasión por su trabajo. Sin embargo, tenía un problema:
no sabía cómo promocionar su empresa y conseguir más clientes.
Un día, su amigo
Pedro le sugirió que usara las redes sociales para dar a conocer su marca y su
portafolio. Le dijo que las redes sociales eran una herramienta poderosa para
el marketing, que le permitiría llegar a más personas, generar confianza y
fidelidad, y aumentar sus ventas.
Carlos se mostró
escéptico. Él tenía una creencia que había escuchado muchas veces: que las
redes sociales eran malas, superficiales y que eran lo peor que le había pasado
a la humanidad. Pensaba que las redes sociales solo servían para perder el
tiempo, para mostrar una imagen falsa y para crear adicción y dependencia.
• No, gracias. Yo no quiero usar las redes
sociales. Prefiero hacer las cosas a la antigua. El boca a boca, el contacto
directo, la calidad del trabajo. Eso es lo que importa - le dijo Carlos a
Pedro.
• Estás equivocado, Carlos. Las redes sociales
no son malas. Tampoco buenas. Depende del uso que les des. Puedes destruir con
ellas, pero también puedes construir, edificar, dejar un legado, comunicar tu
mensaje, lograr que más personas se enteren de tu propósito - le respondió
Pedro.
• ¿Y qué hay de lo superficiales? ¿No crees que
las redes sociales solo muestran una parte de la realidad, una fachada, una
ilusión? ¿No crees que las redes sociales nos alejan de lo que realmente somos
y de lo que realmente queremos? - le preguntó Carlos a Pedro.
• Eso solo depende de ti, Carlos. Allí solo
tienes que revisar si es tu percepción sobre las redes sociales o si hay algo
que debes trabajar en ti mismo. Cada quien está construyendo su percepción y su
realidad. Tú puedes usar las redes sociales para mostrar tu autenticidad, tu
valor, tu diferencia. Tú puedes usar las redes sociales para conectar con tu
audiencia, para resolver sus problemas, para ofrecerles soluciones - le explicó
Pedro.
• No sé, Pedro. Me parece un tema largo y
complicado. Pero la mayoría de las veces ha sido un obstáculo, una creencia
limitante que no me ha permitido expandir mi negocio, ni comprender a los demás
- admitió Carlos.
• Pues yo te invito a que lo pruebes, Carlos.
Te invito a que crees tu perfil en las redes sociales que más se adapten a tu
negocio, a tu público y a tu estilo. Te invito a que compartas tu trabajo, tu
historia, tu visión. Te invito a que interactúes con tu comunidad, que les des
valor, que les pidas feedback. Te invito a que midas los resultados, que
aprendas de tus errores, que mejores tu estrategia. Te invito a que descubras
el poder del marketing de contenidos - le propuso Pedro.
• Está bien, Pedro. Lo intentaré. No tengo nada
que perder y mucho que ganar. Gracias por tu consejo - le agradeció Carlos.
Y así fue como Carlos
se animó a usar las redes sociales para su negocio. Y así fue como Pedro le
ayudó a cambiar su creencia. Y así fue como los dos aprendieron sobre el
marketing de contenidos.
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